Desde el interior observan

10.6.09

SCAR-lett

El celular sonando me sacó del aula. La pantalla del teléfono la acusó: Scarlett. Ya sabía para qué llamaba. Pensé en dejar que sonara y dilatar más el asunto, pero era en vano. Para qué lo inevitable? Si no es hoy, es mañana, así que atendí...

Frank – Scarlett…
Scarlett – Hola, Frankito bonito!
Frank – Ya sé, ya sé... Tu café.
Scarlett – Sí! Café!
Frank – Dónde?
Scarlett – El Olmos, te gusta?
Frank – Te veo ahí en 15.
Scarlett – Jum!

Me quedé parado en el pasillo un instante, maquinando. Iba a conocer a alguien que no conocía. Alguien nuevo en quién probar cosas nuevas. Probar… Hacía tiempo ya que la idea se me había ocurrido. De hecho, hacía tiempo ya que él lo había propuesto. Al principio ni se me ocurría pensar en eso, pero desde que nos reconocí como a una sola persona, empecé a abrazar la idea.

Alfred – Sé lo que estás pensando…
Frank – Y qué te opinás?
Alfred – Al fin! Cuánto hace que te dije?
Frank – Bueno… Vamos a ver qué onda…

Entré de nuevo al aula para buscar mis cosas y salí del edificio. Cuando llegué al punto de encuentro, ya me estaba esperando. Me saludó muy efusivamente, como tantas veces me había dicho. Fuimos a tomar el café. Ella hablaba muchísimo. Hablaba de todo. Yo la escuchaba fascinado. Pero mi fascinación no pasaba por lo que decía ella, ni si quiera pasaba por ella... ni cerca. La fascinación que me paralizaba pasaba por lo que yo estaba pensando; y su voz me alentaba a seguir ese hilo de pensamiento. En un momento dado, no sé de qué hablaba y la interrumpí.

Frank – Scarlett… Vamos a casa?
Scarlett – …
Frank – Es que quiero que me conozcas bien. Si te muestro mi casa, mis cosas, mis libros, todo… vas a tener una idea más clara de lo que soy. Te pinta?
Scarlett – Sí, dale, vamos. Me gustaría conocerte en serio.
Frank – Genial, vamos.

Durante el trayecto a casa, en el auto sucedió lo mismo que en el café. Su voz me hizo entrar en trance otra vez. No podía dejar de pensar en eso. Todo el camino lo hice con eso en mente. Llegamos a casa. La hice entrar y no pude aguantar más. Entré detrás de ella, la tomé por el cabello y la mesa quedó hundida donde impactó su frente. La arrastré del pelo por toda la casa, mostrándole mis cosas. Para que me conociera. Cuando hubo mirado todo, la senté en una silla y la golpeé incansablemente con los puños, con el dorso de las manos, hasta con los codos. Su voz, devenida en alaridos, seguía fascinándome. Así que no lo pensé más y fui a buscar las tijeras. Cuando volví con ella y la agarré de la cara, sus ojos me revelaron que lo había comprendido. Comenzó a implorar piedad. “Mientras más hables, peor es para vos…”, le susurré al oído. Le abrí la boca la fuerza y le introduje la tijera. Bastó un leve movimiento para crear una cascada de sangre que manaba de su boca... y obtener el producto de mi fascinación. Cayó sobre su regazo. Mientras ella seguía escupiendo lágrimas y sangre, yo levanté lo que buscaba. La llevé a la altura de mi cara y la metí en mi boca. Era gomosa, difícil de deshacer. Estuve un rato masticando y comiendo su lengua mientras a ella se le escapaba la vida con cada chorro de sangre. Finalmente, pude incorporar lo que tanto me fascinó durante todo el día. Irónicamente, en el mismo instante en que yo gané eso, Scarlett perdió la vida.

4 Víctimas:

Mauricio De Benedetto dijo...

Qué bien que no hubo sexo, si no, me ponía celoso, con esto de las ofertas para el cargo de Secretaria...

El relato es excelente, redondo, impecable. No le sobra ni le falta una coma.

Abrazo.

La última de la fila dijo...

A mi con un balazo en al cabeza me alcanza eh!!

Eso de que me mastiquen la lengua no me gusta.

Cómo se nota que me siento en la lista...por las dudas pidos mis últimos deseos.

Scarlett dijo...

este relato, es una preciosura.
Se lo agradezco de todo corazón.

(snif, snif: alta emoción)

Ðąи dijo...

Aguante el canibalismo, carajo!
Pero justo la lengua elejiste que es gomosa, salame. Le hubieses comido una nalga :P. Jajaja.