Desde el interior observan

9.2.09

Allweneed.isabullet

Iba manejando al ritmo de Creedence Clearwater Revival cuando el ansia de sangre atacó de nuevo. John Fogerty me gritaba “It ain’t me! It ain’t me!”. La frase retumbaba en mis oídos; me di cuenta de repente: No-soy-yo! No era yo el que controlaba mis acciones, era él, el Otro. El Otro tomó total y completo control de la situación.
El hecho de que me encontrara manejando sobre la ruta A74 me ayudó a decidirme por mi próxima víctima. Me separaban de Colonia Tirolesa 20 km. A fondo fue el pedal del acelerador, no podía aguantar más. Corroboré que en la guantera estuviese mi Smith&Wesson Magnum Python; ahí estaba, siempre fiel. Acaricié su tambor, “Semper Fidelis”, pensé. Afortunadamente, Creedence hacía la espera más amena, ya no aguantaba más.
Al fin, llegué a Tirolesa. Le mandé un sms: Ponete presentable, estoy a cinco cuadras, voy para allá. Cinco minutos después, me estaba bajando del auto, la Python pesandome en el pantalón, dandome escalofríos con su frío metal.

Aye – Hola, lokiii!
Frank – Qué hacés, Aye?
Aye - Estaba tomando sol, leía un libro
Frank – Aaah, le presumías a los colectiveros!
Aye – Seee, esos colectiveros… cómo me gustan! Jajaja
Frank – Jejeje
Aye – Vení, vamos adentro, sé que no te gusta estar al sol
Frank – Sí, gracias

Entramos. La casa estaba ordenada con una precisión abrumadora. Un lugar para cada cosa, cada cosa en su lugar. Fuimos a la habitación. La Python empezó a picarme en la espalda. Ya no podía más, pero mientras más esperara mejor iba a resultar. Pensaba en cómo lo iba a hacer, dónde la heriría primero. Pensándolo mejor, un solo disparo, teniendo en cuenta el calibre del arma, bastaría para mandarla a la tumba. Y el momento se dibujó en mi mente. Ya lo había decidido.

Frank – Mirá
Aye – Wow! Qué hacés con eso?
Frank – Mía. Hace bastante que la tengo
Aye – La puedo agarrar?
Frank – Be my guest
Aye – Uh, es pesada
Frank – 1,29 kg.
Aye – Che, la quiero disparar

Había caído en la trampa como la mejor. Me regocijé en mi interior por la facilidad con la que había mordido el anzuelo. Y la invité.

Frank – Vamos a algún descampado y rompemos las bolas un rato
Aye – Uh, buenísimo!
Frank – Buscá una olla o algo para reventarlo a tiros

Nos hicimos de una cacerola vieja y partimos. Llegamos a un descampado metido en el medio de la nada. Bajamos. Al instante decidí que pondríamos la olla sobre un poste que vi a unos metros. Colocamos nuestro blanco en su lugar. Le expliqué cómo manipularla sin volarse una mano y sin dislocarse un hombro o una muñeca por la patada de semejante bestia. Disparó. El tiro pasó lejos. Le dije que tirara de nuevo. Tantas veces como sea necesario para que entrara en confianza con la Python y no sospechara nada. Luego de varios disparos, uno dio en el blanco. La olla saltó por los aires con un agujero humeante en el medio. Ella, extasiada, saltaba de alegría.

Frank – Bueno, me toca.
Aye – Ooohh, ya?
Frank – Dale, si no te vas a gastar todas las balas vos
Aye – Esta bien
Frank – Andá a poner la olla en el poste

Y allá fue. Casi no podía contener la risa, no podía creer que hubiese caído tan redonda. Caminó hasta la olla, la puso en el poste y se dio vuelta. Venía caminando hacia mí cuando levantó la vista y se paró en seco. La Python la apuntaba con su boca, lista para escupirle plomo. Su cara de horror lo dijo todo. El estallido me dejó los oídos zumbando. Cuando pude escuchar de nuevo, ella gritaba desesperadamente agarrandose lo que antes era una rodilla. Me acerqué y la miré desde arriba. Un cuervo empezaba a revolotear por ahí.

Frank – Me parece que tenés compañía…
Aye – Ay, ay, aaaayyy! Mi pierna!
Frank – Ja! Qué pierna? La que tenías ahí? Jejeje
Aye – Hijo de re mil puta, eras mi amigo!
Frank – Y? Esta vez fuiste vos, Aye, pero consolate con que podría haber sido cualquiera. No era nada en contra tuya
Aye – Estás enfermo!!!
Frank – Seguro. En fin, me voy. Te dejo con tu amiguito nuevo. Cuidado que le gustan mucho los ojos. Igual, si no es él, será algún zorro o algún otro bicho.

Me alejé y subí al auto. No puedo llamarlo solamente el Otro, pensé. Tenía que bautizarlo, y recordé que alguien en su momento lo había nombrado Alfred. Prendí un Camel y me dirigí de nuevo a Córdoba. Ahora un poco más calmado.

4 Víctimas:

Guillermina dijo...

Qué malosín!

Ahora deverá usar la alquimia para vengar su pierna!

EL ENANO dijo...

AJAJAAJJA VENGA LA MUÑECA DE MARMOL PARA EL ENANO LOCO!!!!!!!!!!
que blog mas siniestro......jajaja JEJEJEJEJE excelente!

Frank dijo...

Enano gil! Le pifiaste de blog! En el otro es el concurso, apurate si todavía queres las muñeca.

Anónimo dijo...

Siiiiiiiiiiiiiiiiiii! aunque tendrias que haber terminado el trabajo , mira si safa como la insideabubble... estamos todos al horno!