Desde el interior observan

29.7.09

EineFrauleinStirbt

Hacía frío, mucho frío. El aire de afuera cortaba como una hoja de afeitar. Al más mínimo contacto con el aire un escalofrío recorría todo el cuerpo. Hacía mucho frío, pero nosotros no lo sentíamos. Nosotros no sentíamos frío en absoluto. La cama conservaba el calor de nuestros cuerpos y las frazadas no lo dejaban escapar, manteniéndolo en su lugar. Bajo las mantas habíamos construido nuestro mundo juntos. El calor de nuestros cuerpos hacía añicos cualquier rastro del frío. El abrazo eterno que nos unía mantenía a raya a toda intranquilidad. Book of the Month perfumaba el ambiente y hacía nuestro mundo aún más cálido. El perfume de la canción era dulce, dulce como nuestro abrazo. Todo estaba en su perfecto lugar, no había que cambiar nada. Yo estaba con ella en nuestro mundo, en paz. Y ellos... Ellos estaban en otra parte. No aparecían por ningún lado. Eso hizo el momento inmaculado.
El hecho de que ellos no estuviesen cerca me confió. Me confié y me dejé llevar por su beso. Y me olvidé de todo lo demás. Del frío, del perfume del tema, del calor, de todo. De todo menos de su cuerpo. Lo recorría suavemente con mis manos, acariciaba cada centímetro de su cuerpo como si fuese la última vez que lo haría. Recorría cada una de sus hermosas curvas con las palmas de mis manos. Dibujaba sobre su vientre con las yemas de mis dedos como Dalí dibujaba sobre su lienzo con sus pinceles. Su respiración y la mía estaban sincronizadas. Parecíamos un solo ser, inhalando y exhalando sistemáticamente. Las caricias nos unían cada vez más, nos fundían lentamente y la respiración era cada vez más armoniosa. Pronto, las caricias dejaron de ser suficientes y los besos comenzaron a emigrar de mi boca. Mis besos se deslizaban por su cuello como si fuese un tobogán. Se balanceaban en sus pechos, subían y bajaban y volvían a subir. Bailaban en la pista de baile de su vientre y corrían por sus piernas. Se mezclaban con el sudor producido por el calor de nuestro mundo bajo las frazadas. Mis besos se deshacían en los pliegues de su piel y se volvían a armar en donde ésta estaba tensa y tersa.
Para ese entonces ya me había olvidado de todo. Había olvidado quién había sido en el pasado, y no sabía quién sería en el futuro. El pasado se había esfumado y le futuro estaba destruido, sólo me quedaba mirar el presente. Así que lo viví como si fuese el único momento de consciencia que podía disfrutar. Disfruté su aroma, su calidez, su suavidad; disfruté su sabor, su movimiento, su fluir; disfruté su disfrutar. Así estábamos, amándonos, llegando al clímax de nuestro cariño cuando sentí el Frío. No podía ser posible, nuestro mundo estaba libre de frío… Pero aún así podía sentirlo, podía sentir como de a poco se iba filtrando por todos los lugares posibles. El Frío se abrió paso y congeló todo en un instante. Y una sombra se cernió sobre nosotros. Una sombra que yo ya conocía bien. Una sombra que me desplazó y que tomó el control de todo como ya lo había hecho tantas veces. Nuestro mundo quedó paralizado bajo las frazadas. El Tiempo dejó de correr. En ese instante en que todo se detuvo, un ínfimo e insignificante momento en la basta superficie del Tiempo, todo se fue al carajo. Enloquecí de repente, sentí el deseo de acabar con todo. Con su vida, con la vida de quién se cruzara en mi camino, hasta con mi propia vida. Todo debía acabar en ese preciso momento.
Seguí besándola. La besé en la boca para mantenerla distraída. Una de mis manos seguía acariciando su aterciopelada piel, mientras que la otra buscaba algo. Tanteaba nerviosa, buscaba, olfateaba como un sabueso. Estaba inquieta, no encontraba lo que buscaba. Seguí besándola y acariciándola. Seguí amándola, aunque ya no la amaba. Al fin, mi mano encontró su premio. El velador cayó de la mesa de luz tironeado por su cable. Rápidamente, mi mano demonizada enredó el cable en su perfecto cuello. El beso se cortó, la caricia se truncó, el amor se apagó. Sus ojos volvieron a la luz y su piel volvió al Frío lacerante de afuera. La calidez del mundo que habíamos construido se vio asfixiada por el frío de mi cable. Asfixiada al igual que ella. Mientras mi mano ceñía el cable alrededor de su garganta, ella indagó...

Fraulein – P-por q-que?
Frank – …
Alfred – Por que todo tiene que morir. Tengo que acabar con todo.
Fraulein – Y n-nuestro a-amor? N-nuestro m-mundo?
Frank – …
Alfred – También! Todo, todo tiene que morir!
Mike – Memento Mori...
Alfred – Y yo me voy a encargar de que todo muera!
Fraulein – P-pero y-yo... t-te a...

Y Alfred apretó del todo y la calló. La calló para siempre. Su reinado de terror y frío conquistó la calidez de nuestro mundo bajo las frazadas. Mientras Alfred reía su victoria, yo lloraba la muerte de mi Fraulein... Y Mike... Mike miraba en silencio con su sonrisa mortecina en los labios.

3 Víctimas:

Mariana dijo...

Perversamente bello. Bellamente Perverso!!!

YOU
ARE
MAD

MADAM MERY AN!

Ananda dijo...

Pobre Fraulein, no deja de morir.

Frank dijo...

Y no dejará de hacerlo, muahaha!